¿Cuál es la magnitud de la oportunidad?

El imperativo mundial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y abordar el efecto que estas tienen en el cambio climático es evidente. Especialmente desde la COP21 de las Naciones Unidas celebrada en París en 2015, tanto los gobiernos como las empresas se han comprometido cada vez más a reducir sus emisiones, y muchos de ellos, a lograr emisiones netas nulas en torno a mediados de siglo. A medida que estos compromisos toman forma y las promesas se convierten en acciones, se esperan volúmenes sin precedentes de capital en inversiones con el objetivo de descarbonizar industrias enteras, desde los sectores industrial y manufacturero hasta el transporte y la agricultura. Este despliegue de capital representa una oportunidad significativa.     

En términos de inversión global, se espera que el sector de la energía crezca un 55% de aquí a 2035, alcanzando más de 1,7 millones de dólares al año, a medida que se desarrollen nuevas tecnologías e infraestructuras relacionadas.

Sin embargo, se espera que determinados segmentos de los sectores energéticos tengan evoluciones diferentes. Por un lado, se espera que la inversión en energía convencional se mantenga relativamente estable en el periodo. Por otro lado, se espera que el segmento de las energías renovables, que incluye la energía solar y la eólica terrestre y marina, entre otras, vea crecer las inversiones por encima del 60% en el mismo periodo. Por último, se espera que la inversión en tecnologías de descarbonización, que incluyen el hidrógeno verde y azul, los biocombustibles y los e-combustibles, y la captura, uso y secuestro de dióxido de carbono, crezca casi más de 5 veces, hasta aproximadamente 460.000 millones de dólares en 2035. Este segmento representa el 60% del crecimiento de las inversiones totales en energía y es un factor clave para la descarbonización de la economía mundial.

Aparte del sector energético, otros sectores industriales también movilizarán importantes volúmenes de capital para descarbonizarse. Por ejemplo, se espera que el sector de la producción de acero, responsable de aproximadamente el ~8% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, invierta más de 160.000 millones de dólares al año entre 2030 y 2040, a medida que sustituya sus altos hornos altamente emisores por hornos de arco eléctrico con hidrógeno limpio como agente reductor, entre otras medidas. Por otra parte, el sector del cemento, cuyo proceso de producción de clínker genera la mayor parte de las emisiones del sector (que suponen aproximadamente el 7% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono), también experimentará importantes inversiones. Se prevé que se inviertan unos 70.000 millones de dólares al año en el sector, siendo la captura de carbono la tecnología que se espera que reduzca hasta dos tercios de las emisiones del sector de aquí a 2050.  

Como algunas de estas tecnologías son todavía incipientes y, en muchos casos, aún no son competitivas en costes, será necesario el apoyo del sector público para incentivar la inversión del sector privado. La Unión Europea y Estados Unidos están abriendo camino en este sentido. La UE, por un lado, se ha comprometido a reducir las emisiones un 55% para 2030, en comparación con los niveles de 2005 («Fit for 55»), y ha anunciado un importante apoyo financiero a ese compromiso en forma de distintos paquetes, como los fondos NextGeneration EU y el plan REPowerEU. Estados Unidos, por su parte, anunció en agosto de 2022 la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que, entre otras cosas, establecía importantes medidas de apoyo a las tecnologías críticas de descarbonización, como un incentivo de 3$/kg para el hidrógeno verde, y un aumento del incentivo al secuestro de dióxido de carbono de hasta 85$/tonelada CO2.