Elegir la estrategia de descarbonización no es tarea sencilla

La descarbonización de la industria intensiva en energía requiere soluciones adecuadas e innovadoras para cambiar los procesos actuales hacia una producción libre de carbono. Cada industria se enfrenta a sus propias rutas de mitigación, y las vías de mitigación del dióxido de carbono (CO2) incluyen el uso de tecnologías en ocasiones no suficientemente probadas o que aún no han alcanzado la madurez a escala industrial.

El reto de la descarbonización para las industrias

Alcanzar los objetivos de descarbonización en los plazos tan ambiciosos establecidos es probablemente el mayor reto al que se enfrentan muchas empresas.

Sin embargo, todas las industrias (energética, tecnológica, financiera…) están declarando su voluntad de avanzar en este objetivo, no solo con declaraciones, sino realizando esfuerzos importantes.

Las tecnologías existen, y no son extremadamente complejas; el principal reto está en la optimización de su rendimiento para alcanzar precios competitivos en los productos generados. Las empresas intensivas en consumo de energía han declarado y se han comprometido en descarbonizar sus actividades; y también otras empresas con un menor consumo de energía en sus procesos productivos. Las empresas energéticas están orientando sus modelos de negocio hacia la descarbonización del suministro de energía. La comunidad financiera está exigiendo a las empresas un compromiso con un menor contenido de carbono en sus productos y servicios. Los gobiernos y las instituciones están regulando para impulsar la descarbonización.

Quizá el mayor reto a corto y medio plazo pase por la estructuración de cadenas logísticas sólidas a largo plazo para el aprovechamiento de materias primas en esquemas de circularidad. 

Muchas de las vías de descarbonización pasan por el reemplazo de cadenas de valor completas, que permitan utilizar productos basados en materias primas o combustibles con muy bajo o nulo contenido en carbono. 

Estos productos, actualmente, recogen un incremento de precio respecto a las alternativas actuales. A corto y medio plazo, Europa está dando un apoyo financiero muy importante para que los primeros proyectos con estas tecnologías vayan cogiendo forma. 

A medio y largo plazo, las empresas deberán ir incorporando estos mayores precios en sus procesos productivos y trasladarlos al cliente final. Incluso actualmente, en algunos casos, el reflejo de este incremento de coste es algo que parece asumible. 

Las herramientas están disponibles. Pero este es un esfuerzo que debemos hacer entre todos los consumidores; no es solamente un problema de la industria energética, ni de ningún otro agente específico.

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Los pasos para la descarbonización

Cualquier estrategia de descarbonización debe incorporar las siguientes actuaciones de forma sucesiva:

En primer lugar, reducir el consumo de energía. Identificar aquellas medidas de eficiencia energética que permitan optimizar el consumo energético. Constituyen una importante fuente de ahorro que ayuda a financiar las actuaciones posteriores.

A continuación, electrificar todos aquellos procesos que lo permitan. Esta electrificación debe ser realizada a partir de fuentes renovables. Los procesos deben poder admitir la intermitencia de estas fuentes, incorporando esquemas de almacenamiento de energía.

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Aquellos procesos que no puedan ser electrificados, deben evaluar la sustitución de materias primas fósiles por renovables: hidrógeno verde o sus derivados, residuos o biomasa. 

Todos aquellos procesos que no puedan ser descarbonizados mediante las medidas anteriores deberán incorporar sistemas de secuestro y valorización de carbono. 

Finalmente, aquellas emisiones que no puedan ser eliminadas por ninguna de las actuaciones anteriores podrán ser compensadas a través de soluciones basadas en la naturaleza (reforestación o forestación) o sistemas de captura directa de carbono del aire.

La aplicación específica de estas actuaciones a cada proceso dependerá de sus características. Por ejemplo, en el sector transporte, la movilidad eléctrica permite alcanzar los objetivos de descarbonización con las dos primeras actuaciones. Pero para la descarbonización del transporte marítimo será necesario llegar a la tercera y sustituir los combustibles fósiles actuales por otros alternativos como amoniaco verde o metanol verde. 

Y en complejos procesos industriales, será necesario estudiar subproceso a subproceso las posibilidades de implantación de las actuaciones anteriores. Es muy importante resaltar que, en industrias intensivas en energía, una estrategia sólida de descarbonización debe contemplar todas las actuaciones identificadas: ya se ha indicado que no hay una tecnología única que solucione el problema. 

En cuanto a las actividades económicas que aspiran a sustituir los combustibles o materias primas basadas en energías fósiles por biocombustibles o bioquímicos, se enfrentan a retos similares: el principal, la disponibilidad continuada y con la calidad adecuada de residuos o biomasa que permita abastecer a largo plazo sus actividades. 

La hoja de ruta para la descarbonización

No es sencillo integrar todas las variables mencionadas anteriormente en una estrategia de descarbonización. La madurez tecnológica y de la cadena de valor, la evolución de los rendimientos o de los precios de las distintas alternativas tecnológicas, la disponibilidad de materia prima en cantidad y calidad suficiente a largo plazo o las restricciones de su implantación en procesos productivos existentes son variables importantes a la hora de establecer esta estrategia. 

La definición de una hoja de ruta para la descarbonización de una planta industrial debe tener en cuenta todos estos factores y pretende responder a todas estas preguntas: ¿en qué invertir? ¿Cuándo hacerlo? ¿Cómo se integran estas inversiones en las operaciones existentes? ¿Cómo se maximiza el valor de la inversión?